SEMILLAS DE SABIDURÍA EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

Escrito por el Dr. José Luis Córdova


¿Cuáles son los mejores regalos que podemos hacer a nuestros hijos? 

Los niños pequeños se asombran por el mundo, los adolescentes quieren transformarlo y los adultos, entre la monotonía y las prisas, solemos acostumbrarnos a él. En la infancia hacen preguntas sorprendentes y en la adolescencia plantean algunas bastante incómodas. Tal vez nuestra misión sea guiarles en su recorrido por la primera parte de la ruta de la vida aprovechando su curiosidad y sembrar en ellos semillas de sabiduría para formarlos en un pensamiento crítico, creativo y cuidadoso.

¿Pero qué es la sabiduría? Porque si requiere experiencia, los jóvenes no la tienen y si requiere muchos conocimientos, los pequeños están lejos de poseerla. Posiblemente consista en empezar a tomar las decisiones correctas y el inicio de saber rendir cuentas.

Podemos empezar nosotros como adultos por tener una visión más optimista del mundo, es decir, saber que los males no son permanentes, que tenemos parte del control de lo que sucede, desarrollar lo bueno de las personas en lugar de insistir en eliminar lo malo y saber que en todos los seres humanos hay un gran potencial. También mirar al pasado con gratitud por lo bueno y con perdón hacia lo que nos hizo daño, placer y gratificación en el presente como consecuencias de los esfuerzos y tener más fe y confianza hacia el futuro. Hay que recordar que heredamos a nuestros hijos una manera de ver la vida y que también los formamos para ser futuros padres y madres.

Tal vez sea indispensable forjarlos para procesar los fracasos más que para evitarlos, bastarse a sí mismos y aprender a pensar. Estar disponibles sin ser indispensables para contribuir a su libertad más que a su felicidad, pues ésta será conseguida por ellos mismos.

Llevarlos de la alteridad a la sencillez, pues el egoísmo es fuente de malestares y depresiones en nuestro tiempo y distinguir la seguridad de la sobreprotección, pues la primera fortalece mientras que la segunda debilita; diferenciar entre velocidad y la intensidad, pues una nos hace poco reflexivos mientras que la otra nos ayuda a apreciar los momentos; prepararlos para la madurez que empieza por reconocer la fragilidad respondiendo por las acciones y sentar las bases para que sean triunfadores que consistirá en que superen sus miedos y que dejen una huella significativa para bien en los demás.

Quizá los mejores regalos que podemos hacer a nuestros hijos es dejarles palabras, lenguaje, historias, diálogos para que ellos mismos procesen sus pensamientos y encuentren soluciones a los problemas para salir adelante en la vida, puesto que no podemos solucionarles sus conflictos, pero si darles elementos para que los resuelvan; formarles en hábitos que los hagan constantes y perseverantes; acercarles al arte para despertar su sensibilidad ante la existencia; tener conexiones familiares fuertes que les darán seguridad en sus propias familias; amarles incondicionalmente sin provocar dependencia y por supuesto, saber apartarnos a tiempo para verles volar alto y llegar lejos

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