Mis Amigos de Papel

Escrito por José Antonio Pérez Cruz


Hace un par de días, el 23 de abril, se conmemoró el Día Mundial del Libro y para un asiduo y consuetudinario lector como yo es el recordatorio de mi propio cumpleaños… ¿Cómo así?, pues si.

Es que la lectura de un libro; un buen libro, pasa de las enseñanzas inmediatas y lecciones fáciles al narcisismo introspectivo y de ahí remonta al ser para el otro y con el otro.

Inicialmente podemos deleitarnos con aquellas letras que por su arquitectura nos hacen entender el milagro de la vida cotidiana; aquellas que hacen endecasílabos de la prosa de cada día, aquellas que van del “ya lo pasado pasado” al hacernos ver que “al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”.

Posteriormente, hacemos del libro un compañero en el que nos buscamos a nosotros mismos; lo concebimos como un espejo y por supuesto el que más nos gusta es el que nos refleja mejor. Cuando era yo niño leía con fervor y ansiedad las “Aventuras de Sandokan”, “Miguel Strogoff”, “Los Tres Mosqueteros”, “Dick Turpin”, “Los Cantares del Mío Cid” e “Ivanhoe” porque imaginaba que podía ser uno de ellos; creía que me hablaban a mí.

Sin embargo, ya en las profundidades del hábito lector, podemos descubrir que el libro más que un espejo es una ventana. Y es en ese momento que la lectura ya es totalmente ineludible; nos damos cuenta que apenas aprendimos a leer. Aprendemos a leer al grito del Lobo Feroz: para mirarte mejor. Aprendemos a leer para leer mejor al mundo que nos rodea, a nuestros amigos, a nuestros hijos, a nuestra pareja, a nosotros mismos.

Y es así que puedo confesar, tras 40 años de vivir con mis amigos de papel:

  • A corta edad leí dos veces la versión extendida de “Las mil y una noches” y fue una total revelación. A la par de narrativas fantásticas y quizá no muy adecuadas a mi edad, fue el primer paso a mi gusto por la historia de las culturas.

  • Antes de cumplir 15 años leí completa la Biblia y, a pesar de mi educación católica, disfruté mucho más la historia de las guerras, incorrecciones y traiciones del Antiguo Testamento que las cuatro versiones del Nuevo.

  • Mi autor favorito por mucho tiempo fue Michel Ende, quien con su “Historia Interminable” me situó en las tardes solitarias que debieron ser para tareas escolares y se transformaron en horas ociosas montando a Falkor. Después con “Momo” me envolvió en el simbolismo cotidiano que posteriormente consolidó en “El Espejo en el Espejo” y “La Prisión de la Libertad”.

  • Y qué decir de aquellas veces en que pedía permiso de ”ir al baño” en secundaria con “Suma para Gentiles” de Santo Tomás, “El Lobo Estepario” de Herman Hesse o “La Esfera y la Cruz” de Chesterton escondidos entre el suéter y la camisa. Varias veces “el Führer”, mi querido profesor de historia José Luis García, me fue a sacar de los sanitarios y terminábamos en su oficina charlando sobre la Guerra Civil Española, José Antonio y el Generalísimo Franco.

  • Varias veces he intentado leer a Octavio Paz y he de confesar que no logro terminarlo; por el contrario disfruto a Elena Garro quien me parece mucho más acabada y mejor puesta.

  • Algunas veces me gusta profanar las páginas de un libro con marcatextos o incluso hacer anotaciones al margen. Mis Umberto Eco como “El Nombre de la Rosa” y “El Número Cero” están plagados de plumazos y corchetes y por supuesto, comparto con el autor la afirmación de que “el mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee”.

  • Por supuesto, a la par de compartir en familia la lectura de las emocionantes aventuras de Harry Potter, disfruté sin pudor alguno la Saga Millenium de Stieg Larsson.

En fin, a riesgo de que los miles de amigos de papel que no menciono se “sientan” conmigo, me atrevo a terminar aquí este breve comentario, no sin antes sugerirles que así como a los amigos de carne y hueso, los escojan muy muy bien. Si no es por obligación académica o profesional, piérdales el respeto; si no nos “jalan” déjelos respetuosamente de lado, suéltelos que nunca fueron suyos.

Por pura curiosidad: ¿qué libros les han dejado huella?

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